El calor que t? me has dado
no volvi? en ning?n momento.
No encontr? otro mirlo blanco.
No lo hay bajo el firmamento.
Del vuelo de tus palomas,
del ala de tu sombrero,
me columpi? en el alero
de los aires que te dabas.
Abanicos por pesta?as
que cada vez que me mirabas
se me doblaban las ca?as
varitas de parag?ero.
La sombra de una palmera
es alimento del alma.
Ahora que todo ha pasado
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